jueves, 26 de agosto de 2010

Ich spreche kein Heidelberger (Día 1 en Heidelberg - 25.08.10))

Hallo Zusammen! ¿Qué os contáis?

Bueno, como habréis sabido por mi Facebook, ¡ya estoy en Alemania! Una foto de rigor antes de seguir:




Ahora empezamos, ya en serio. Todo comenzó nada más llegar al aeropuerto de Frankfurt. (De este no tengo fotos porque me preocupaban más... otras cosas. A continuación.) Nada más bajar del avión procedente de Barajas, vamos por un pasillo a recoger las maletas y nos encontramos con una multitud apelotonada alrededor de la entrada a la sala de las cintas. ¡Horror! Llegaba la primera de las tareas enviadas por los dioses...

La puerta de acceso era giratoria, y resultaba que se había atascado. Era imposible salir o entrar a la sala. A todas estas, el piloto de nuestro vuelo, que acababa de bajar del avión, mirando a la gente y cachondeándose con el colega en español a voz en grito: "¡Jose! ¡Estos tíos están revisando las maletas por si hay jamón!" (En la mía había, pero es MI TESORO. Y soy demasiado astuta. En la maleta sigue.) A todas estas los alemanes apelotonados en la entrada quejándose, y los españoles de risas (el mejor el tío que tenía una camiseta "I love Tortilla española" con una tortilla en forma de Pacman comiéndose el triángulo de tortilla que le faltaba). ¡Y la gente que pasaba (algunos en bici) mirando! Le suena el busca al piloto y comunica a la gente en alemán y español que el aeropuerto ha mandado a alguien, luego otra vez de risas. Por fin el pavo llegó (en bici, esto es de locos) con una tarjeta de seguridad y desbloqueó la puerta.

Lo que siguió fue un peregrinaje que nada tiene que envidiar al Camino de Santiago... por aquello del año Jacobeo, nos recorrimos medio aeropuerto buscando el autobús fantasma a Heidelberg ("mi pueblo"), que nadie sabía de dónde salía. Y mientras tanto maletas arriba maletas abajo de un lado a otro. Por fin localizamos la puerta de donde salía el famoso bus de Lufthansa que iba a Heidelberg, pero resultó que... ¡no era un autobús! Era una furgoneta de mierda de nueve plazas, un puto timo, que ahí no cabía ni su puta madre. Había un hombrecillo al lado de la furgoneta, con pinta de ser el conductor, así que me acerqué a preguntar.

Todo esto en alemán:

Yo: Hola. ¿Es éste el bus a Heidelberg?
Hombrecillo: Sí que lo es. ¿Estás apuntada?
Yo: Errrrr no. ¿Hay que apuntarse?
Hombrecillo: Si vas sólo tú, no, pero si vas con más gente tendrás que esperar al siguiente, que aquí ya no cabe nadie más.
Yo: ¿Y a qué hora viene el siguiente? (Eran las 12:30)
Hombrecillo: A las 14:30.
Yo: (facepalm) Vale, apunte tres personas para ése. A nombre de Sonia.

y de repente....

Hombrecillo: (en español) ¿Sonia? ¿Tú eres de España?
Yo: Pues sí.
Hombrecillo: ¡Hostia! ¡Yo soy de Móstoles! ¡Qué fuerte! ¡Espera que llamo a mi colega y te apuntamos para el siguiente!

Efectivamente, el tío sacó el móvil con una sonrisa de oreja a oreja y le soltó al colega una parrafada en alemán del copón, luego me dijo que no me preocupara de nada, que aunque él tenía que irse con ese bus, su compañero ya lo sabía así que no había problema. Muy surrealista. Pero ya empezaba a entrar hambre, y decidimos entrar a buscar algo de comer en el aeropuerto...

Acabamos en un extraño lugar del aeropuerto de cuyo nombre no quiero acordarme. A mi madre le apetecía pizza, y allí empezó una nueva odisea, porque las pizzas no estaban hechas, sino que había un montón de cuencos con ingredientes y un chico haciendo la masa detrás del mostrador... hasta que me enteré de que había que elegir los ingredientes cada uno y luego dárselos al chico, me estuve paseando como un pato mareado por toda la tienda mirando lo que hacía la gente. Por fin ya le di los ingredientes al chico, que me preguntó algo que no oí por el ruido de la gente, así que directamente le dije que sí. No sé qué sería, pero bueno, la pizza estaba buena así que tampoco me preocupa tanto.

Al fin después de eso conseguimos pillar el autobús del colega del tipo de Móstoles, metidos en aquella furgoneta de mierda con un montón de alemanes que nos miraban como intimidados XD Después de una hora o así de viaje (durante la que tuve que ponerme las gafas de sol para que no se notara mucho que me estaba quedando sopa) llegamos a Heidelberg, aunque no era nada como yo lo había imaginado... llegamos a una plaza bastante fea, donde estaba nada más y nada menos que mi amigo el de Móstoles esperándonos... nos saludó y yo aproveché para preguntarle dónde estaba la calle del hotel. No tenía ni idea y le preguntó al colega que le soltó una parrafada de calles y plazas y no sé qué más en alemán, a lo que él contestó "Ich spreche kein Heidelberger!" ("Yo no hablo Heidelberguense!"), vamos, lo que yo estaba pensando. Al final cogimos un taxi hasta el hotel con todas las maletas.

MENOS MAL cuando llegamos, aquello ya era más como yo me lo imaginaba... resulta que nos había dejado la furgoneta en la parte nueva de Heidelberg, muy sosa, pero el centro de la ciudad es todo medieval y precioso (la foto de arriba es de la plaza de la iglesia, Heiliggeistkirche), la verdad es que las calles parecen sacadas de un cuento de hadas... He subido un montón de fotos a Facebook, así que ya sabéis.



Las aventuras de hoy y ayer en otro momento... zzzz!

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